martes, 11 de octubre de 2011

Conduce hacia la oscuridad.


Driver conduce coches durante atracos. Sólo conduce. No sabe de armas ni tiene que ver con los robos. Como tapadera trabaja en un taller y es extra de escenas de riesgo en Hollywood. Vive en un barrio deprimido a las afueras de L.A. y lleva su vida como si fuese un monje o un samurái. Un día rompe su política de no meterse donde no le llaman y entabla una extraña relación con su vecina de al lado y el hijo de ésta, que se complicará cuando el marido de la chica salga de la cárcel: le debe dinero a unos tipos que intentan obligarlo a dar un último golpe, y Driver los ayudará.  El atraco sale mal y pronto descubre que había sido planeado para que saliera de esa manera, y caerá en una espiral de violencia de trágicas consecuencias. 

Drive adapta una novela de un tal James Sallis al que no he tenido el placer de leer. Y tiene todos los ingredientes del noir: un héroe en claroscuros, sin pasado, con un férreo código moral, conduciendo hacia la oscuridad en una ciudad aún más oscura, habitada por tipos viles que juegan a dos bandas, sin honor ni palabra, o por perdedores; entregado para salvar a una chica y su hijo, únicos personajes puros, verdaderos merecedores de una única posible salvación en esta historia.
El reparto es todo un lujo. Lo encabeza Ryan Gosling, que se está ganando a pulso ser de lo mejor que ha dado la industria hollywoodense en años -consigue que quieras llevar una chupa con un escorpión a la espalda y un palillo entre los dientes, que no es poco-,  Carey Mulligan -magnífica en An education-, Ron Perlman, Christina Hendricks -Joan Holloway en esa obra maestra de la televisión que es Mad Men- y el genial Brian Cranston -protagonista de Breaking Bad, que no tiene nada que envidiarle a Mad Men-.

Del director no se nada. Se llama Nicolas Winding Refn, es danés y éste es su debut en EEUU. Con esta cinta ha ganado en Cannes la palma de oro al mejor director y lleva ya un tiempo haciendo cine. Habrá que echarle un ojo. Planifica con estilo alejándose de la tónica recurrente en Hollywood, no es nada exhibicionista, consigue un ritmo propio de un coche de carreras y sabe elegir bien sus referencias cinematográficas, consiguiendo englobarlas en la película sin que ninguna pieza chirríe. Una de éstas referencias es Le samouraï. Ryan Gosling interpreta su personaje con el hieratismo que hizo eterno el personaje que interpretó Alain Delon en la película de Melville, y como Jef Costello, Driver tiene un férreo código moral que rige su día a día. También pone un ojo en The driver, de Walter Hill, que tiene un argumento en la línea: un chófer para atracadores, sin nombre ni pasado, es acosado por un policía que intenta cazarlo a toda costa. Si esto lo aderezas con música pop de los ’80, violencia -puntual y muy bien concentrada- heredada del cine coreano más reciente, persecucines muy bien rodadas, una fotografía sórdida y una historia de amor platónica, tienes una de las mejores películas del 2011. 

Drive. 2011. 100 min. Thriller. Noir. Drama. Color. DIRECTOR: Nicolas Winding Refn. GUIONISTA: Hossein Amini. MONTAJE: Matthew Newman. FOTOGRAFÍA:Newton Thomas Sigel. MÚSICA: Cliff Martinez. INTÉRPRETES: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Bryan Cranston, Albert Brooks, Oscar Isaac, Christina Hendricks, Ron Perlman.

No habrá paz, dijo mi Dios, para los malvados. Isaías, LVII , 21.

De ésta cita bíblica se saca Urbizu el título de su última película, No habrá paz para los malvados; una película a medio camino entre el noir y el western, con un regusto amargo e irónico de Taxi Driver y una ambientación anclada en nuestra historia reciente. La protagoniza un inconmensurable José Coronado, que interpreta a Santos Trinidad, un policía que, en palabras de Urbizu, "avanza en linea recta hacia la perdición". Viste botas de cowboy y chupa de cuero, usa zippo y revolver, y  busca algún bar abierto cuando los demás han cerrado. Una noche pierde el control y termina disparando a quemarropa a tres personas, y apunto está de dispararle a un cuarto.


Con éste punto de partida, el thriller deriva en dos vertientes: la primera sigue a Santos, que viendose atrapado, investiga quiénes eran sus victimas para dar con el hombre que escapó aquella noche y que puede relacionarlo con la masacre; la segunda, la de un policia judicial y una juez de instrucción que investigan el triple homicidio. Como no, ambos caminos -casuales y causales- se van acercando en una encrucijada narrativa propia del mejor Melville (El círculo rojo) o del mejor Mann (Heat).


El sórdido Madrid transitado por Santos y hasta el aire que se respira es propio del noir. De Santos Trinidad se nos dan los suficientes apuntes para saber que su pasado brillante terminó dando paso a una corrupción moral más debida a la sociedad en la que se mueve que a sí mismo. Las escenas de acción (concentradas y muy bien situadas, al mejor estilo Melville) son puro western.
Enrique Urbizu no es nuevo en esto del thriller. En La caja 507 supo ver antes que nadie qué se cocía en las gerencias de urbanismo de los ayuntamientos de la Costa del Sol; y que tal argumento podía mezclarse con el mejor Scorsese. La película la protagonizaba Antonio Resines, personaje con principios en busca de venganza que terminará perdido al intentar moverse en un ambiente corrupto cuyas reglas no conoce y cuyas consecuencias son incapaces de prever.

No habrá paz para los malvados. 2011. 104 min. Color. Produce: Lazonafilms y Telecinco cinema. Director: Enfique Urbizu. Guión: Michel Gaztambide y Enrique Urbizu. Música: Mario de Benito. Fotografía: Unax Mendía. Edición: Pablo Blanco. Reparto: José Coronado, Rodolfo Sancho, Helena Miguel, Juanjo Artero, Pedro María Sánchez, Nadia Casado, Younes Bachir, Karim El Kerem.